Revolución no es mala palabra *

Para Meri, 30/05/2021

“una revolución,
sin amor…
y es que nunca funcionó…
¡Porque no puede ser,
no puede ser,
mi vida… !”
Luis Alberto Spinetta
Dale luz al Instante, Disco PAN

La naturaleza y el objeto de una fuerza es estar siempre en relación con otra fuerza, es en sí elemento puro de una multiplicidad. En su modo relacional de existencia, la fuerza tiene capacidad exclusiva de afectar o ser afectada por otra fuerza, de mandar o de obedecer. Lo que comúnmente denominamos “poder”, refiere en su centralidad a una relación de fuerzas.

En este sentido, el poder no es poseído porque carece de forma, así como tampoco es atributo exclusivo de “alguien” o de “algo”. Por el contrario, en primer término el poder sólo puede ejercerse y es del orden estratégico y en segunda instancia al ser pura relación, transita tanto entre dominados como entre dominantes. De estas definiciones puede comprenderse que nunca el poder es en sí mismo violencia o represión, siendo estas dos últimas consideraciones el “efecto” de una fuerza sobre una forma (hombre, mujer, objeto, animal, etc.).

En la comprensión del mundo social, peligra en abstracto el análisis del poder sin hacer referencia al saber. Las relaciones de poder sostienen al saber en su nivel de discursividad y visibilidad, a su vez el saber opera como fundamento de dichas relaciones de poder. La naturaleza conceptual es bien distinta, pero su 1 Todas las referencias conceptuales de este borrador remiten a una lectura personal de cuatro filósofos fundamentales: Michel Foucault, Gilles Deleuze, Friedrich Nietszche y Baruch Spinoza. Es al conjunto de sus obras en donde debe atribuirse cualquier virtud que pueda desprenderse de estas líneas.

funcionamiento es de una intimidad concreta. El saber se distribuye en estratos, constituidos por materias formadas y funciones formalizadas. La instancia que forma materia radica en la visibilidad y la formalización de las funciones es propio de la discursividad de los enunciados. En la conjunción de lo visible y lo enunciable emergen los distintos estratos de saber. Que en el campo social algo se erija como “verdadero” o “falso” en un momento histórico determinado, no responde exclusivamente al orden del saber. Se vincula más bien a los juegos que operan en la relación saber-poder, que se inclinan constantemente en la pretensión de jerarquizar determinados discursos (por ejemplo: discursos y prácticas de la medicina occidental).

Sensible a sus propias mutaciones históricas, todo campo social es susceptible de ser analizado a través de sus diagramas de poder (disposición de la relación entre fuerzas, en su capacidad de afectar y ser afectadas) y sus archivos de saber (disposición entre materias formadas y funciones formalizadas).

A partir de las consideraciones antes expuestas, se vuelve posible arrancar del concepto de revolución su ligazón con la “lucha” en términos de la confrontación y destrucción (histórico error de la comprensión dialéctica). Volvamos a la conquista del concepto y de la práctica, tarea política propia de nuestro tiempo. Revolución es siempre una oportunidad latente de interpretar un determinado sentido histórico.

Tensionar el status quo del mundo social. Movilizar estrategias determinadas en el orden de las relaciones de poder y nuevas posibilidades entre las formas propias de los estratos del saber. Las guerras, el exterminio, la violencia, la corrupción política o las armas no son el único asiento de un movimiento revolucionario. En todo caso, han significado su fracaso. Estas líneas se escriben desde la convicción de que pueden todavía surgir del amor, en el sentido potente y compositivo de relacionarnos y de comprendernos, las preguntas que orienten hacia una forma deseable de vivir en comunidad. Abundan ejemplos interesantes en nuestro contexto que pueden servir para materializar las reflexiones aquí expuestas. Las disidencias sexuales que proponen una política novedosa en términos de los cuerpos y los afectos. Los espacios de huertas, reciclado y compostaje en relación a otros modos posibles de habitar la relación naturaleza / urbanidad. Los nuevos modos de organización del trabajo que buscan articular de forma directa a los pequeños productores agropecuarios con los consumidores urbanos, etc.

* Todas las referencias conceptuales de este borrador remiten a una lectura personal de cuatro
filósofos fundamentales: Michel Foucault, Gilles Deleuze, Friedrich Nietszche y Baruch Spinoza. Es al
conjunto de sus obras en donde debe atribuirse cualquier virtud que pueda desprenderse de estas
líneas.