Lo más hermoso de una persona es lo que esconde detrás de sus ojos cuando nos mira, no aquello que reluce en la divina precariedad de un posteo feliz.
Lo más hermoso de una persona es todo lo que calla cuando nos habla, no aquello que escupe de ansiedad circunstancial en los pobres caracteres de una red social.
Lo más hermoso de una persona es aquello desnudo que recubre detrás de sus harapos de expectativa social
Sabrán disculparme los optimistas de la virtualidad, pero lo más hermoso de una persona solo se acaricia en la intimidad del herrumbrado encuentro. Porque es allí y solamente allí en donde es posible gestar la oportunidad de traslucir todas las formas de la distancia.