En los primeros años del siglo XXI, la vida cultural de Concordia era más bien chata, baja, inhóspita. No por falta de espíritus inquietos, sino más bien por idiosincrasias e infraestructura. Con amigos y amigas de entonces, artistas e intelectuales de diversas facetas, nos vimos envueltos en una trama de doble pulso. Por un lado crear y curtir nuestras propias obras.
Por el otro, diseñar los marcos de posibilidad para que las experiencias acontezcan. Eran tiempos de rebotar en los bares de turno por no querer tocar los “covers del momento” o aquello que “pedía la gente”. Desde muy jóvenes coincidimos en no doblegar nuestros impulsos artísticos a los designios tendenciosos del mercado ni de pautas oficiales. Cada fecha resultó siempre un arduo trabajo de coordinar espacios, convocar público, conseguir soporte técnico, no perder dinero, armar y desarmar con la única banca de nuestros corazones.
En aquellas madrugadas heladas y húmedas de Tambora y Casa Vieja, aprendimos en secreto la intimidad entre la experiencia artística y las condiciones sociales y materiales de existencia. La tarea de liberar la vida de las prisiones se volvió mantra. Quisimos librarnos de códigos y condicionantes que siempre fuerzan moldes a los flujos deseantes. Entre los años 2003 y 2012 La Tinaja fue la comunidad que pudimos crear, para abrazar desde la amistad y en el lenguaje de la música nuestras adolescentes precariedades e impulsos de vida.
Integrantes
Francisco Bertin (voz), Tino Mirabelli (batería, percusión y coros), Danilo Rossi (guitarras y coros), Luis Bertoloti (bajo y contrabajo en primera etapa), Leo Gonzalez (bajo, en segunda etapa).