Tesis sobre una domesticación

Una mirada antropológica sobre la película de Javier Van de Couter.

Estas líneas se escriben para celebrar y aportar una mirada sobre el acontecimiento cinematográfico bajo dirección de Javier Van de Couter. La película Tesis sobre una domesticación se presentó en el Teatro Alvear de la Ciudad de Buenos Aires, en el marco del BAFICI 2025. Allí el director se sirve artísticamente de una ficción literaria homónima, para ubicarla en un cine cargado de potencia visual y poética. Camila Sosa Villada brilla como actriz principal. Poner a competir los dispositivos del cine y la literatura es un error caro a los tiempos que corren. Son artes que trabajan desde máquinas conceptuales distintas y como consecuencia sus aportes y afecciones son disímiles. 

La película Tesis sobre una domesticación nos sugiere que el goce se instala como acto político cuando consigue afirmar y crear  nuevos modos de vida. Entre la irrupción deseante de los protagonistas y la organización de su modo de vida emergen contradicciones que construyen finamente los hilos de una trama intensa.

Una persona transexual con éxito laboral y económico decide establecer un vinculo sexo afectivo con un abogado homosexual. Manejan autos de marca Audi, mantienen un alto nivel de consumo y viven en un edificio amplio y moderno de la gran ciudad. Una utopía capitalista necesaria e inteligente ante las restricciones que el mercado laboral impone actualmente al colectivo trans en general. Afirmar una identidad de género “disidente” sabe ser contrapuesto al éxito económico y social en nuestras sociedades. 

Los protagonistas llevan al matrimonio una pareja de código abierto. No hay sacerdote que se oponga a esta unión, pero si un grupo de amigas trans se ocupan de expresar cierta resistencia a lo que acontece en la fiesta nupcial. “Careta” y “cheta” le gritan a la protagonista en un momento puntual de gresca y discusión. “¿Esto es lo que vos elegís?”, le reclaman sus viejas amistades. El conservadurismo no es propiedad exclusiva de aquellos grupos sociales que ostentan ciertos privilegios. Tambien allí desde los márgenes a veces se levantan rígidos muros identitarios. 

Los protagonistas proyectan una familia que se reúne en la adopción de un hijo. Un hijo que instala una interrogación de infancia y que enseña los desafíos de todo proceso de crianza. ¿Qué es un travesti?, pregunta con curiosidad. Cada una de las escenas en las que participa el niño se roban los momentos más conmovedores del film. Allí se nos educa como espectadores. Desnaturalizar los patrones familiares nucleares puede abrirnos a nuevas maneras de canalizar socialmente los vínculos amorosos. Más tribu y menos “familia” para sostener la precariedad existencial de la cual estamos hechos. 

Javier Van de Couter es dueño de una forma de construir relatos a partir de imágenes bañadas de poesía. “Una trans coplera” desde lo alto de una piedra conduce hermosamente el ritual de la ceremonia de casamiento. Lo folclórico se carga de una tradición futura. El canto resuena como un grito de guerra entre las sierras de Córdoba. 

La película abusa del contenido sexual y erótico en la pretención de instalar “otros cuerpos deseantes”. Sin embargo, se celebra la presentación íntima de la otredad desde la lente de una cámara de cine y se disfrutan los logros fotográficos de las escenas en cuestión. 

Es fundamental a la historia la narración de un trauma de infancia sobre la protagonista, vinculado a una situación de abuso y pretendida violación. Su cuerpo a salvo del hecho, cruzando un arroyo sobre el caballo de un adulto mayor es una de las escenas más brillantes que se pueden experienciar. Sorprendieron sin embargo las antesalas narrativas que se introducen. En la soledad nocturna del garage de su edificio, una serie de encuentros que la protagonista mantiene con el supuesto “fantasma del pasado” evocan escenas “ya vistas”.

Quien escribe esperó con entusiasmo que la música nos acompañe y nos coloque de una forma distintiva ante el film. En general esto no sucedió. 

A los márgenes de la película y en contexto de su estreno, alguién de la platea tomó el micrófono para “agradecerle especialmente al director porque es la primera vez que pude leer un cuerpo trans en el cine”. ¿Existe acaso un elogio más hermoso? El acto de creación justificó en esa línea su propia existencia. 

De pie para aplaudir a todo el equipo de trabajo que nos regaló con Tesis una bocanada de arte, lucidez y liberación ¡Gracias por el cine!