A los entusiastas del Blockchain

Las últimas décadas han circunscripto los esfuerzos de la actividad científica al campo de la tecnología. Más específicamente, en torno al desarrollo de sistemas de registro, circulación y producción de datos. La embestida de internet orientó un proceso de unificación planetaria en términos de información.

El sismo ocasionado por la aparición de la tecnología blockchain contiene en sí, la misma fuerza. Se percibe un aire mesianico entre las generaciones jóvenes, principalmente de países comprometidos en términos políticos, sociales y económicos. El entusiasmo reposa en un tentador sofá de al menos dos almohadones: descentralización y soberanía individual. Es precisamente ese aire entusiasta el que inspira las líneas que aquí se escriben, para aventurar un pensamiento intempestivo.

La tecnología blockchain vino a proponer la ruptura con las dinámicas centralizadoras que ostentan muchos Estados, Banco Centrales y servidores informáticos, entre otros. Subyace con fuerza un presupuesto: la intermediación es el campo en donde germinan las principales problemáticas sociales y económicas que azotan nuestro tiempo (hambre, desigualdad, pobreza, inflación, etc). En contraposición, se brinda un abanico diverso de registros con opción de sincronizarse y distribuirse de forma segura y transversal entre nodos / identidades digitales. De allí surgen contratos, criptomonedas, identidades, entre otras novedades que vinieron a alterar patrones económicos y sociales que los mismos sectores conservadores de todos los tiempos defienden a capa y espada. Los mentores de la tecnología blockchain abrazan con firmeza la ilusión de que la emancipación con respecto a las intermediaciones económicas e informáticas, puede hacer florecer las propias potencias individuales y derramar también virtudes hacia aquellos sectores de la población mayormente inhibidos o desposeídos. En tanto dinámica de red descentralizada, en el marco de la tecnología blockchain cualquier nodo / identidad puede prevalecer sin importar su cercanía o estrategia con respecto algún centro de concentración del capital (económico y/o informático).

Es imposible negar las bondades que pueden encontrar en las criptomonedas ciertos sectores sociales en términos de confiabilidad, inversión y rentabilidad, más aún en contextos nacionales de economías con serios problemas de credibilidad e inflacionarios. Es difícil obviar que los recientes cambios tecnológicos presentan opciones contractuales diversas que son superadoras de las burocracias preexistentes. También es necesario seguir de cerca la evolución con respecto a la creación de identidades digitales, dispuestas a disputar el reinado de los grandes servidores de las principales redes sociales. Sin embargo, el punto central de la reflexión de este texto se inclina en interrogar alrededor sobre los problemas mismos que orientan, motivan y fundamentan estos grandes cambios tecnológicos. ¿Puede la ilusión soberana de los individuos y la descentralización informática aportar en la resolución de los grandes problemas sociales y económicos a nivel de conjunto? ¿O son una expresión más dentro del sistema, que viene tan sólo a ampliar fronteras en torno a oportunidades sociales y financieras de unos pocos? Mucho de lo que hoy se presenta como novedad rememora con ciertos matices la apertura a las oportunidades de consumo por parte de los obreros/as en los primeros años de la revolución industrial, en el seno mismo de las necesidades materiales de expansión capitalista.

Con todo esto, vale pensar en la genealogía misma de los problemas generales a los cuales nos enfrentamos como humanidad, a modo de interrogación que queda aquí abierta. Es posible que, cambiando el enfoque, podamos interpretar a las intermediaciones institucionales, estatales y burocráticas en sus distintas versiones, como expresiones de las mismas problemáticas y no como su causante. Nos abraza un error de interpretación propio de la coyuntura. Así como algunas vez fueron filósofos, después políticos, recientemente publicistas, quienes hoy validan discursos con pretensión de verdad son programadores informáticos. En todas partes, programadores informáticos. Es fáctico suponer que las lecturas de corte social que desde allí se configuran ignoran que el poder, centralizado o no, siempre y en su naturaleza opera en redes de relaciones. Las instituciones mismas que se quieren desbancar son formaciones sociales de integraciones particulares de las mismas relaciones de poder. Es necesario ser al menos cautelosos en el intento de trasladar tecnicismos propios de las herramientas tecnológicas sobre la lectura de las dinámicas sociales.

Aquí no se trata de independizar al individuo de la afamada centralización, ni tampoco adular las soberanías particulares presumiendo bondades y potencias filantrópicas. Innumerables sucesos históricos de la humanidad nos dan una cachetada al respecto. Muy por el contrario, lo realmente potente e innovador sería profundizar los caminos de liberación de la existencia en su relación exclusiva con los patrones de acumulación. Ser capaces de liberar al deseo de la encerrona del consumo y a los cuerpos reales de las identidades prefiguradas. Bienvenida la tecnología al servicio de este proceso! Solo allí podremos empezar a sentir que estamos navegando hacia el horizonte de una comunidad algo más libre, algo más feliz. Hoy solo nos revolcamos en la arena de una playa, cuyas olas son la expansión del mismo mar de problemas.